En el ámbito fiscal y laboral, es común encontrar términos como «tributar» y «cotizar». Aunque a menudo se utilizan indistintamente, estos conceptos tienen significados y aplicaciones diferentes que es importante comprender, especialmente para profesionales, autónomos y empresas que deben cumplir con sus obligaciones ante las autoridades fiscales y de seguridad social. En este artículo exploraremos en detalle qué significa tributar y cotizar, sus diferencias clave y el papel que ambos juegan en el sistema financiero y laboral de España.

¿Qué significa tributar?

Tributar hace referencia al pago de impuestos. Todos los ciudadanos, empresas y autónomos que generan ingresos o realizan actividades económicas en España están obligados a contribuir al sostenimiento del Estado mediante el pago de impuestos. Estos impuestos financian los servicios públicos, como la educación, la sanidad, la infraestructura y el bienestar social, entre otros.

Los impuestos pueden ser directos o indirectos. Los directos, como el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) o el Impuesto sobre Sociedades, se calculan en función de la capacidad económica de cada contribuyente. Es decir, cuanto más se gane, más se tributa. Por otro lado, los impuestos indirectos, como el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), no dependen de los ingresos, sino del consumo de bienes y servicios.

Tipos de impuestos que se tributan en España

En España, los principales impuestos que se tributan incluyen:

  • IRPF: Afecta tanto a trabajadores por cuenta ajena como a autónomos, y se aplica a los ingresos obtenidos.
  • IVA: Se incluye en la mayoría de bienes y servicios y lo paga el consumidor final.
  • Impuesto sobre Sociedades: Se aplica a las ganancias obtenidas por las empresas.

Estos son solo algunos ejemplos, ya que existen otros impuestos, como los que gravan las propiedades inmobiliarias o las actividades comerciales.

¿Qué significa cotizar?

Cotizar, en cambio, hace referencia al pago de contribuciones a la Seguridad Social. Estas contribuciones permiten que los trabajadores, tanto por cuenta ajena como autónomos, accedan a ciertos beneficios sociales, como la jubilación, las prestaciones por desempleo, o la baja por enfermedad.

Cuando una persona trabaja para una empresa, el empleador retiene una parte del salario del trabajador para pagar las cotizaciones a la Seguridad Social. Adicionalmente, la empresa también realiza una aportación en nombre del empleado. Los autónomos, por su parte, son responsables de gestionar sus propias cotizaciones mensuales.

¿Qué cubren las cotizaciones?

Las cotizaciones a la Seguridad Social permiten acceder a una serie de coberturas y prestaciones que están diseñadas para proteger a los trabajadores ante diversas situaciones. Algunas de las más importantes son:

  • Pensión de jubilación: Cuando un trabajador cumple con los requisitos de edad y tiempo cotizado, tiene derecho a recibir una pensión tras su retiro.
  • Prestaciones por desempleo: Si un trabajador pierde su empleo y ha cotizado el tiempo suficiente, puede acceder a una prestación que le ayuda a cubrir sus necesidades económicas mientras busca un nuevo empleo.
  • Bajas por incapacidad: En caso de enfermedad o accidente, tanto los empleados como los autónomos pueden recibir una prestación durante su baja laboral.
  • Prestaciones familiares: Las cotizaciones también cubren situaciones como el nacimiento de hijos, el cuidado de familiares dependientes o las prestaciones por maternidad y paternidad.

Diferencias clave entre tributar y cotizar

Una vez entendidos ambos conceptos, es crucial comprender las diferencias esenciales entre tributar y cotizar. Si bien ambos términos implican el pago de dinero al Estado, tienen finalidades y estructuras diferentes.

Finalidad

La primera diferencia clave radica en la finalidad del dinero recaudado. Cuando se tributa, los impuestos se destinan a cubrir gastos generales del Estado, como infraestructuras, sanidad, educación, etc. Este dinero es gestionado por las diferentes administraciones públicas para ofrecer servicios esenciales a la ciudadanía.

En cambio, las cotizaciones a la Seguridad Social tienen como objetivo proteger a los trabajadores y sus familias. El dinero recaudado de las cotizaciones se destina a financiar pensiones, prestaciones por desempleo, incapacidades temporales o permanentes, así como otros servicios de protección social.

Sujetos obligados

Otra diferencia importante está en quién debe cumplir con estas obligaciones. En el caso de los impuestos, todos los residentes en España, tanto personas físicas como jurídicas, deben tributar. Es decir, cualquier persona que genere ingresos en el país, o cualquier empresa que opere en el territorio, tiene la obligación de pagar impuestos.

Por otro lado, no todos tienen que cotizar. Solo los trabajadores, tanto por cuenta ajena como autónomos, están obligados a realizar contribuciones a la Seguridad Social. Las personas que no trabajan o que no están inscritas en ningún régimen de la Seguridad Social no están obligadas a cotizar.

Cantidad pagada

La cantidad a pagar en ambos casos también varía considerablemente. En el caso de los impuestos, la cantidad a tributar depende de varios factores, como el nivel de ingresos, el tipo de actividad económica que se realice, y las deducciones aplicables. Por ejemplo, un trabajador con ingresos elevados pagará más IRPF que otro con ingresos más bajos.

En cuanto a las cotizaciones, la cantidad a pagar se basa en la base de cotización del trabajador o del autónomo. Esta base puede ser elegida dentro de ciertos límites en el caso de los autónomos, mientras que para los trabajadores por cuenta ajena está determinada por el salario. Sin embargo, las cotizaciones son proporcionales y están reguladas por el sistema de Seguridad Social.

Contribuciones del trabajador y del empleador

En el caso de los trabajadores por cuenta ajena, tanto el empleado como el empleador deben cotizar. Esto significa que el trabajador verá una parte de su salario descontada cada mes, mientras que el empleador realiza una contribución adicional a la Seguridad Social en nombre del empleado.

Por el contrario, cuando hablamos de tributar, la obligación recae completamente sobre el individuo o la empresa que está sujeta a impuestos. En este sentido, es el contribuyente quien debe declarar sus ingresos y pagar el porcentaje correspondiente en función del tipo de impuesto.

Implicaciones para autónomos

Para los autónomos, la diferencia entre tributar y cotizar es especialmente relevante. Estos profesionales no solo deben tributar sobre los ingresos que generan mediante el pago del IRPF o el IVA, sino que también están obligados a cotizar mensualmente a la Seguridad Social, lo que les garantiza el acceso a prestaciones como la jubilación o el desempleo, entre otras.

La gestión de estas obligaciones puede ser más compleja para los autónomos que para los trabajadores por cuenta ajena, ya que deben encargarse personalmente de declarar sus ingresos y realizar los pagos correspondientes tanto en términos de impuestos como de cotizaciones.

 

Sara Álvaro Gómez Lexterloi
CEO de Lexterloi. Directora Laboral y Fiscal en Lexterloi | 629 649 471 | sara.alvaro@lexterloi.es | Web | + posts

Graduada Social por la UCM
Técnico superior en Administración fiscal y Máster en Dirección financiera
Directora Laboral y Fiscal de Lexterloi



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